miércoles, 22 de abril de 2020

RELATOS DESDE MI VENTANA, MARÍA DEL MAR CASTELLÓN

Fotografía tomada desde la ventana de la autora
Día 58, mis ojos se abrieron y no supe ni qué hora era por suerte o por desgracia. Estoy perdiendo la noción del tiempo. Como de costumbre realicé mi rutina de todas las mañanas solo que esta vez sin pensarlo, todo había cambiado. Al llegar mamá con las tostadas de mermelada de frambuesa y la naranja recién exprimida, vi el rostro del resto de la familia algo serio y yo sin pensar qué podía ser , cometí una de mis incontables meteduras de pata. 

-¿Qué pasa? ¿Y esas caras? Os recuerdo que por fin hoy podemos salir. Por cierto, ayer de madrugada escuché ruidos en casa del tío Benito que me desvelaron. ¿Los escuchaste? 
Y ahí fue, justo en ese momento cuando miré fijamente los ojos de mamá y, hundida en un llanto desolador,  trató de contarme lo sucedido. Conforme iban pasando los segundos sin tener respuesta,  mi mente no hacía más que crear miles de hipótesis sobre lo ocurrido. Tratando de darle tiempo a mamá para que cogiera aire y por fin le echara valor y pudiera sacarme de dudas, me senté en el sofá de la tía Carmen. Nunca antes se me había ocurrido sentarme en él, puesto que es el sitio de papá,  conocido en el pueblo como Jesusito, pero en ese momento eso era lo de menos. Marta, mi hermana mayor, se acercó a por el mando de la televisión y la encendió con ánimo de suavizar un poco el ambiente  y ahí estaba, en el canal 3, las noticias del pueblo, que se adelantaron a mamá. Al parecer, Cudillero ha amanecido sorprendido por el secuestro de 3 hombres, los 3 de la familia Blanco, mi tío entre ellos. 
Las calles de Cudillero de madrugada y en cuarentena son parecidas a las de una película de terror, estrechas, vacías, silenciosas y con apenas campo de visión entre ellas. Pero aquella noche nadie escuchó nada, excepto mamá y yo, bueno y Canela, mi Bulldog francés. Papá reacciono de una manera muy rara al contarle los ruidos que habíamos escuchado y nos miró como si la cuarentena nos hubiera dejado locos. Me  vestí a toda prisa y cogimos la Vespino de papá para ir más rápido a comisaría. Conforme entramos al cuartel de la policía, me sorprendió  la cantidad de diplomas, medallas y demás trofeos otorgados a las autoridades del pueblo. Después de describirle al policía cómo había transcurrido la noche anterior e intentar estimar la hora del posible secuestro, fui a tomarme mi helado favorito a la heladería del pueblo, la Cuquiterraza. La plaza estaba repleta de gente, era impensable el haber estado 58 días encerrados en casa y creo que aquel día,  los  5183 habitantes del pueblo paseaban por sus calles. Aquella noche regresé a casa a las 6 de la mañana de estar con los chicos del pueblo en el puerto;  y pensando que aquella noche había terminado, me tumbé sobre la cama y fue entonces cuando noté  algo en la almohada. Poco a poco metí la mano sobre el forro de las sábanas y saqué una carta con el lacre característico del tío Benito. Con miedo y dudas sobre lo que debía hacer con ella, la abrí con mucho cuidado y me dispuse a leerla: 

"Querida Raquel, si estás leyendo esta carta lo más probable es que haya sucedido lo que tenía sospechado. Confío en ti y en que este secreto se quedará entre tú, esta carta y yo,  aunque sé que esto va a ser duro para ti. 
Hace 17 años me enamoré de una mujer, la mujer más bella y perfecta que he conocido jamás. Ella era capaz de sanar todas mis guerras y día a día mis sentimientos por ella se volvieron uno más de mis sentidos, pero lamentablemente el amor no es tan fácil. Estaba casada con un hombre que a mi parecer no la amaba ni la mitad de lo que yo la llegué a amar en el primer cruce de miradas. Esto no quiere decir que no cayéramos en la tentación. Una noche de luna rosa, sentí la piel de esa mujer junto a la mía y ¡Dios!, me daba pánico, porque era lo más vivo que me había sentido nunca. Aquella noche no solo descubrí el verdadero sentido de la vida, sino que también la creamos: 8 meses y 12  días después dio a luz a la niña más bonita de toda Asturias. Pero me quedé sin disfrutar de ella, puesto que la gente pensaba que aquella criatura era de su esposo. Aquella mujer se llamaba Lara y tú, Raquel, mi hija. Sintiéndolo mucho tu “padre” hace un par de días encontró las cartas que le enviaba  a tu madre preguntando por ti. Ayer mañana, tu madre me llamó y me dijo que me protegiera, su esposo estaba buscando la manera de vengarse e iba a mover cielo y tierra. Tranquila, estoy bien, todo ha salido como lo previsto, me encuentro camino a Cuba con mis dos hermanos, allí tenemos un par de familiares. Quiero que no le digas esto a nadie, ni a mamá. Cuanta menos gente sepa dónde estoy, todo será mucho mejor. Respecto a los ruidos,  los hicimos por desconcertar a Jesusito, pensando que nos han secuestrado estaría satisfecho y no nos buscaría. Nunca me olvidaré de ti, y tranquila cariño, pronto volveré. 

Te quiere, papá. "

                               MARÍA DEL MAR CASTELLÓN. 4º B

2 comentarios:

  1. María del Mar, me gusta mucho tu relato. Has sabido crear una historia intrigante partiendo de la situación actual de confinamiento por la pandemia. Seguro que los lectores que se acerquen a ella no podrán dejar de leer hasta saber qué pasa. Te animo a seguir escribiendo porque se ve que es un don que lleváis en los genes los castellón García.

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  2. Enhorabuena, Mª del Mar, por este relato tan original. Se te da muy bien escribir; creo que te puede gustar hacerlo y disfrutar con ello.
    Ánimo y seguiremos leyéndote. Un saludo

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