lunes, 8 de junio de 2020

Mi voto para "La memoria del árbol", de Tina Vallés. Germán Carrasco, 1º BIH



En primer lugar, si tuviera que clasificar las obras finalistas del premio Mandarache 2020 en una escala directamente dependiente del disfrute que me han aportado, La memoria del árbol es, sin duda, la que se queda el primer puesto.

La premisa de kentukis es buena, pero la ejecución no terminó de quedarse conmigo, y menos tras la lectura. Creo que hay muchos elementos de la obra bien tratados, pero, personalmente, no me hizo reflexionar todo lo que debería.

El dolor de los demás se queda el segundo puesto por sus temas, su ambiente y su reflexión. Admiro que un título basado en escenarios realistas sea capaz de plantearnos dilemas que muchas obras de ficción no llegan a plantearse siquiera.

Pero no me tiembla el pulso cuando tengo que decir que La memoria del árbol es una de las obras que mejor ha sabido quedarse conmigo durante mucho tiempo. Es una pieza preciosa, con un tratamiento del ritmo y la estética que debería servir de ejemplo. Todo en este libro aporta algo, aunque sólo sea para llevarte de la mano por un escenario emocional denso y agridulce. Entre sus líneas se puede oler la esencia de los olmos, y deja una imagen enormemente bella, que no es otra que la de la vida observada con el cristal del alma, de una poeta, del sentimiento concentrado en pequeñas cucharadas a modo de capítulos.

Creo sinceramente que, más allá de valores fijos y totalmente objetivos, si un libro es capaz de hacerte llorar como ningún otro, es porque se ha hecho un trabajo excelente. Es la obra que voy a recordar con cariño durante años.