martes, 23 de noviembre de 2021

LA PRIMAVERA DEL 88, POR DANIEL BARBERÁN HERNÁNDEZ. 3º A


Era una de esas tardes de primavera en la que el frio te da en la cara mientras los poderosos rayos de sol te abrazaban cálidamente como si tu madre te arropase en tu cama. Un extenso campo donde crecían girasoles y margaritas que invaden casi todo el espacio de la fotografía. Al echar la mirada hacia arriba, se puede apreciar el cuerpo de una niña con un jersey rosa y un ramo de flores en la Sucina del 88, un pueblo pequeño situado en Murcia. La representación de la ingenuidad y la inocencia misma.

La niña corría por aquellos campos, disfrutando de su juventud, libre de preocupaciones y problemas, hasta que la sombra de su madre se acercó a hacer una foto de este momento que, mucho tiempo después, sería olvidado. La niña dibuja una sonrisa en su rostro.

Esta foto fue posteriormente impresa a color y guardada en un álbum de fotos olvidado durante exactamente 31 años, en un cajón al que no le llegaba la luz del sol.

La niña de aquella imagen, 17 años más tarde, tuvo un hijo y 14 años después, fue sacada la foto de aquel viejo álbum de fotos. Su hijo, el que la había sacado, se quedó observándola casi embobado. Al tiempo, el niño vio que su madre en esa foto, tenía su edad.

Esto al joven le hizo darse cuenta de cómo fue la niña que hoy en día conoce como su madre. El cambio de una adulta con muchas responsabilidades, fuerte y madre de dos hijos a una simple niña en la flor de su juventud, sin preocupaciones ni pensamientos que no fueran la felicidad.

También le hizo fijarse en lo horrible que es madurar, dejar de lado todo lo que tenías por pensamientos y verdades que a largo plazo lo único que hacían era perjudicar.

Aquel niño comprendió la facilidad que tenemos para almacenar memorias, es casi como viajar en el tiempo. Recordar con exactitud lo que pasó y, con tan solo una imagen, percibir y sentir perfectamente todo lo que ocurrió y que todo aquello eran sus orígenes y que si él vive es por todo lo que pasó.

El adolescente sintió nostalgia de algo que pasó 19 años antes de su nacimiento. El chico entendió de lo inevitable y efímera que es la juventud.



Daniel Barberán Hernández



2 comentarios:

  1. Daniel, enhorabuena por tu texto. Ya partías de una fotografía muy bonita y muy sugerente, pero tú has sabido darle el toque emotivo y reflexivo. Has hecho un precioso paralelismo entre lo que sentiría la niña de la foto, tu madre, y lo que sientes tú, que ahora tienes la misma edad que tenía ella entonces. Me ha emocionado cómo la has descrito y cómo con tu corta edad te adentras en reflexiones más propias de adultos.
    Me alegro mucho de haberte mandado esta actividad, de que desempolvaras esa magnífica fotografía y le dieras de nuevo vida.
    Y sí que es efímera la juventud, pero es la base de nuestra personalidad futura y donde se forman nuestros valores. Veo que lo tuyos van por buen camino, pues con este texto le has rendido un gran homenaje a tu madre.
    ¡¡¡Felicidades de nuevo!!!!

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  2. Me gusta mucho este texto, Daniel. Veo que hay en ti un chico reflexivo y atento a la vida y sus detalles. Enhorabuena!! Solo un par de cosas por si te apetece contestarme: yo no veo girasoles en ese campo 🤔 y madurar no es horrible. Tiene sus problemillas, como otras etapas de la vida, pero tú has madurado mucho ya y fíjate qué gusto nos da a otras personas leer tus textos. Sigue escribiendo y te leeremos. Un saludo

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