Me llamo Rubén, que es un nombre bíblico de
origen hebreo. Significa “Mirad, un hijo” y eso debieron pensar mis padres el
día en el que nací.
Mi
padre estaba empeñado al principio en que me llamase Antonio como él, y así
compartiríamos el mismo nombre y apellidos y de esa manera poder cotillear
todas mis cartas. Por suerte, mi madre lo convenció para que fuese un nombre
bonito, corto y fácil de recordar, además también pasaría a ser el primer Rubén
de la familia.
La personalidad que
comparto con la descripción de mi nombre es que soy muy reservado, alguien que
defiende bien sus ideas, tengo un carácter serio y no me tomo la vida a la
ligera.
Todos me llaman por
mi nombre, excepto mis amigos que me llaman “Rubi” y mi padrino que me llama
“Tirillas”, porque siempre he estado muy delgado y porque así me hacía rabiar.
Yo pienso que mis padres hicieron una buena elección, porque
el nombre se adapta a mi personalidad.
Rubén Gómez Marín, 1º ESO, B
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