Molina de Segura, 13 de octubre de 2016
Saludos, Susano:
Te escribo en respuesta a tu última carta; en concreto a tu pregunta de cómo es España. Eso puede leerse de muchas formas, así que te responderé como pueda. Espero que sea la respuesta que buscabas.
De la España geográfica solo te diré que la forman una parte de la península Ibérica y una serie de archipélagos como las islas Canarias y las islas Baleares. Ofrece tanto montaña como mares, desiertos o bosques.
Este es un país, por así decirlo, de herencia. Hemos heredado, como quien hereda un apellido, historia, supersticiones, viejas leyendas... y también estigmas, y una fe ciega -no solo en el catolicismo-. Hemos creído a pies juntillas lo que se nos decía durante bastante tiempo. Apenas alguna voz se alza, es talada. Por muchos años, demasiados, España ha sido un país de muertos: ejecutados, asesinos, los muertos de la guerra, los muertos de miedo, los muertos de hambre... Miedo. Una palabra tan horrible como la palabra guerra. Hace apenas cuarenta años que acabó una dictadura que duró el mismo tiempo, y la memoria ya nos falla. Todo se entierra muy lento, aunque continúe latente. Con qué vergüenza olvidamos.
Hemos heredado también, según dice el actual presidente en funciones (que a ver si funciona de una vez), el boquete económico de la "mala gestión"de anteriores gobiernos y hay quien recurre a la fe ciega para cerrar los ojos mientras el resto hurga en los bolsillos hasta el fondo. No es de extrañar . Es un problema de proporciones. Quien puede, defrauda. Es el lema de los poderosos en la sociedad corrupta.
En España hay muchas cosas en demasía; por ejemplo, la intolerancia. Aunque no sea general, siempre demasiada. Toda nuestra diversidad no sirve más que para dividirnos en vez de para enriquecernos. Pura excusa para odiar..., otra palabra horrible. En España cualquier mengano grita que piensa, dice que opina. Pero muchas veces no es cierto. ¿De qué sirve entonces debatir si la meta es la ignorancia? Pero poco cabe esperar de un país que ha ido siempre por detrás en casi todo; un pueblo deseducado en que la tiranía y el poder han pisado tanto que la marca de la huella parece hasta perenne. ¿Salud?, ¿Felicidad?, ¿Conocimiento?, ¡Poder!
¿Cuántas personas que merecen la pena se han visto obligadas a emigrar? Miles, y todo por salvarse de la "sequía" que trajo consigo la crisis económica.
Sin embargo, debe de haber algo que nos sostiene, que evita que nos desmoronemos igual que una torre de naipes hasta aplastarnos a nosotros mismos. Somos pura ruina, por lo que parece..., pero continuamos en pie. Puede que esto se deba al optimismo. Hay personas que no pierden el humor, a pesar de todo. Qué necesarias son, amigos, ellas nos reflotan como burbujas de aire. No importa la tristeza o el engaño. Tampoco hablo de conformismo. Es solo gente que decide pensar que nada es demasiado importante en la vida como para pensar que no está bien vivir.
En España hay bastantes de estas personas, siempre se nos ha tildado de un país alegre sin descanso. Puede que con el tiempo nos lo hayamos creído. Sea como sea, qué bien que no todo es pálido y qué bien que hay personas llenas de colores.
Espero que con esta visión global te puedas hacer una idea de cómo es este país según mis ojos.
Nos vemos pronto.
ADRIÁN CASTELLÓN GARCÍA. 4º B
Adrián, te felicito por captar el sentido crítico de Las cartas marruecas de Cadalso. Tú has hecho un repaso histórico-social crítico sobre todo más ácido en la parte que vivimos ahora: crisis interminable, exilio de talentos, malvivir de mucha gente, etc. Me has recordado en algún momento al maestro Arturo Pérez Reverte. Felicidades
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