Imagen extraída de la página web de la marca Roca |
¡Ay, es el timbre! ¡Ya ha llegado! ¡Sara! ¡Qué guapa estás! Me encanta cómo te queda el vestido. ¿Te has hecho algo en el pelo? Sí, ¿verdad? Estás guapísima, pero eso es siempre. Me gusta esa colonia que llevas. ¿No traes chaqueta? Te vas a congelar. Si quieres, te doy una manta. Bueno, no importa. Siéntate, siéntate...
¿Quieres un café? Ah, claro, con leche. Y dos cucharadas de azúcar, ya lo sé...
Es genial tenerte de nuevo en casa, Sara. No sé qué haría sin ti. Este mes que has estado fuera me he sentido perdido y triste, y apenas he comido nada. Créeme: cuando te digo que eres mi vida, no exagero nada. ¿Quieres bañarte? Ah, ves lo cómo lo sabia. Ahora llevo toallas...
No te quedes dormida en la bañera, que te conozco. Mientras, voy a preparar algo de cena... Oh, está sonando el teléfono. ¿Hola? Dígame. No, perdona, creo que te has confundido dé persona. Con toda seguridad no se trata de mi hermana, señor, porque en estos momentos está aquí conmigo en casa. Es un error, señor. Buenas noches.
Sara, me acaban de llamar del tanatorio... ¡Qué confusión tan desagradable...! Decían que estabas... ¿Puedo entrar, Sara? ¿Sara? ¿Estás ahí, Sara...?
Enhorabuena, Hasnaa, por tu relato. Has logrado algo muy importante: mantener la intriga del lector hasta el final escalofriante.
ResponderEliminarTe animo a seguir escribiendo porque hay en ti madera de narradora.
Felicidades!!
Un microrrelato suele tener un final impactante y este lo tiene. Me ha encantado. Además lo leíste muy bien en la entrega de premios Enhorabuena y a seguir escribiendo.
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