Broken play. Stop
Bullying es una obra creada y dirigida por el actor malagueño Chico Garcia
para mostrar a los espectadores la cruda realidad del acoso escolar, pero desde
un punto de vista muy diferente: el de los matones. El espectáculo gira en torno
a un grupo de amigos de cuarto de la ESO/ primero de bachillerato que se juntan
en un parque para charlar y beber mientras se jactan de cómo acosan a otros
estudiantes con burlas y agresiones grabadas. A medida que se va desarrollando
la obra, los personajes hablan de problemas como el dinero, la familia, los
estudios... para que los espectadores (ya que la obra está dirigida sobre todo
para los jóvenes) empaticen con ellos. La conversación se centra de un momento
a otro en una apuesta con otro matón como competidor; deberán colgar un vídeo
donde se muestre la agresión hacia una de las víctimas y quien obtenga más
“likes” ganará 200 euros. Mientras esperan el resultado de la apuesta nuevos
problemas surgen entre los amigos. Cada actor interpreta los papeles que tiene
cada persona en el acoso escolar; primero está el típico casanova que se jacta
de tener a varias chicas bajo sus pies, que tiene el papel de líder del grupo y
trata temas como el ciberbullying, el sexting, la manipulación… Luego se
encuentra su confidente, un traficante de drogas bastante impulsivo y
manipulable, objeto de burla en el grupo por considerarlo tonto y susceptible.
Este personaje encarna temas como el suicidio, los problemas familiares y las
drogas. Las dos chicas del grupo simbolizan que no sólo se produce acoso en el
lado masculino, las chicas también lo incitan y participan en él, aunque de
manera muy diferente. La primera chica, que es la novia del líder, tiene un
carácter fuerte y manipulador. Encarna el papel de abusona por parte del lado
femenino y participa de forma mucho más directa en el acoso, al contrario que
su amiga y trata temas como el ciberbullying, la adicción a las redes sociales,
etc. Su mejor amiga es la más manipulable por su falta de convicción al hablar.
Es el típico “yo ya se lo dije pero no me hicieron caso.” No promueve el acoso
pero participa de forma muy indirecta al no oponerse. ¿La influencian sus
amigos o se deja influenciar?, muchos espectadores defenderán a este personaje
por la presión grupal que sus amigos ejercen sobre ella, sin embargo, la única
responsable de sus acciones es ella misma. Sólo es una cobarde con miedo al
rechazo. No quiere ser una “aguafiestas” y busca aceptación entre sus amigos
aunque esto conlleve el sufrimiento de las víctimas. Este personaje trata temas
como la presión social, la aceptación…
En general la obra
ha sido muy bien ejecutada, verosímil y con actuaciones muy
buenas. El final ha sido lo más original de la trama: el que se acaba quitando
la vida no es otro más que uno de los agresores, y no precisamente porque se
sienta culpable del intento de suicidio de su víctima, sino porque se ve
deshonrado y humillado delante de la persona que más admiraba, uno de los
narcos que le suministraba la droga.
Al final de la
obra, aparece un mensaje dedicado a Lucía y otras víctimas del acoso escolar.
Cuando el director subió al escenario, explicó que había leído
montones de casos de acoso escolar pero fue el de la murciana de 13 años,
Lucía, el que lo dejó profundamente marcado, porque leyó una declaración de su madre en la que decía que esperaba que la muerte de su hija sirviera para algo. Y fue este caso el que inspiró
gran parte de la obra de Chico García, para concienciar a los jóvenes de que en el
acoso escolar todos tenemos un papel y es decisión nuestra interpretarlo o no.
Personalmente, la
obra me gustó mucho, con una puesta en escena muy bien hecha como ya he dicho
antes. Pero fueron las palabras del director las que me hicieron pensar que
todos somos responsables en este tipo de agresiones, ya seamos los abusones,
los compañeros de clase, los propios profesores o incluso las personas que miran hacia otro lado.
-Carmen
López Alberca
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