Hoy
en día, en nuestra llamada “sociedad de la información”, la comunicación ocupa
un papel cada vez más importante. Hablamos de una comunicación que avanza y
progresa constantemente. Una comunicación que es más rápida que nunca, más
instantánea que nunca, más global que nunca y más accesible que nunca. Es
increíble imaginar cómo el desarrollo del canal, un único elemento dentro de
todos los que forman el conjunto de la comunicación (junto con el emisor, el
receptor, el mensaje, el código…), ha podido acarrear tantas bondades en la
actualidad.
Sin
embargo, sería propio de ingenuos pensar que estos cambios solo han conllevado
efectos positivos. La mejora de este elemento también ha producido el deterioro
de otros, como sería por el ejemplo el del contexto, y más concretamente,
nuestra capacidad para captarlo. Podemos apreciar cómo con el desarrollo de las
nuevas tecnologías se pierden varios matices dentro de nuestra comunicación,
por ejemplo, nuestra capacidad para entender el tono de un mensaje dentro de un
SMS. Este problema de falta de contexto es uno con el que lidiamos día a día,
llegando hasta el punto de ser incapaces de apreciar hasta la función misma del
mensaje (conativa, emotiva, poética, fática, referencial…).
Otro
de los problemas que cabe destacar sería, aunque resulte paradójico, la
incomunicación provocada por el exceso de comunicación. No es raro a día de
hoy, encontrarnos con esa persona que le da la espalda a la información de la
actualidad debido al bombardeo constante de noticias al que estamos expuestos, o
con aquella otra que prefiere comunicarse a través de una pantalla,
incomunicándose así del medio que le rodea.
Para
finalizar, las circunstancias actuales obligan a hablar de otro problema de la
comunicación. Se nos ha enseñado cuáles son los principales motivos por los que
esta no puede producirse: el desconocimiento del código, la
descontextualización, la interrupción del canal etc. Sin embargo, qué pasa
cuando el emisor y el receptor, ambos conocedores del código y partícipes del
mismo canal, se niegan rotundamente a entenderse y comunicarse entre ellos.
Pues bien, creo que en España hemos comprobado la respuesta a esta pregunta en
los últimos días. Y si hay algo que nos hayan enseñado las últimas jornadas, es
que los problemas de falta de comunicación y diálogo no se resuelven hablando
más fuerte, sino hablando más.
Víctor Emilio García Vicente, B2IC
Muchas gracias, Emilio, por este texto tan esclarecedor sobre el tema de la comunicación, en sus aspectos positivos y sus problemas. Me satisface plenamente comprobar cómo los conocimientos de la clase de Lengua van más allá de un simple aprendizaje memorístico para un examen. Explicamos y estudiáis para conseguir una formación integral del alumno/a. Creo que tú esto lo has comprendido perfectamente (y el resto de tus compañeros también); seguid así. Un saludo
ResponderEliminarEs un texto muy completo Victor, me ha gustado.
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