lunes, 12 de marzo de 2012

A propósito de un artículo de Carlos Torres

LA CHINA IMPAR, ARTÍCULO DE CARLOS TORRES.
Carlos Torres es periodista y escribe en Sabiduría aplicada, una publicación digital que vela por la igualdad entre hombres y mujeres en el mundo.


China tendrá 300 millones más de hombres que de mujeres en 2020. Según un informe de la Comisión Nacional Para la Población y la Planificación Familiar, nacen al año 119 niños por cada 100 niñas. En las zonas más prósperas del sur, como Guandong o isla de Hainan, donde sus habitantes tienen la posibilidad de realizar una prueba durante el embarazo para conocer el sexo de sus hijos, la diferencia entre niños y niñas alcanza la proporción de 130 a 100.
El informe, elaborado por más de 300 demógrafos, asegura que la dificultad para encontrar esposa puede conducir a un clima de inestabilidad y de comportamiento violento y antisocial. La situación alcanzará mayor dimensión en las zonas rurales, donde por tradición el hombre ayuda a la economía familiar con su trabajo en el campo, mientras que la mujer pasa a formar parte de la familia del marido después de contraer matrimonio.
Con 1.300 millones de habitantes, China es el país más poblado del planeta. Desde 1949, poco después de su constitución, la República Popular China se regía por lema “más gente, más fuerza”. Los resultados de esta política se manifestaron una década después. En los primeros cinco años de la década de los sesenta su población pasó de 700 a 800 millones de habitantes. Ante semejante crecimiento demográfico, las autoridades iniciaron las políticas de planificación familiar en 1971. En un primer momento, se aconsejó a la población cuatro años entre embarazo y embarazo. Además, se fomentó el matrimonio tardío. Sin embargo, en la década de los 80, China superó la cifra de los 1.000 millones de habitantes, lo que llevó al gobierno a intensificar su control de natalidad. Entonces se estableció la política de un sólo hijo por pareja.
El incremento de los abortos femeninos en las zonas rurales hizo que las autoridades permitiesen tener un segundo hijo siempre que el primero hubiese sido niña, pero tampoco así se consiguió disminuir la desproporción entre el número de niños y el de niñas. Se prohibieron entonces las prácticas médicas que permitían conocer el sexo del feto y se comenzó a sancionar de una forma severa el aborto selectivo. No obstante, estas prácticas continuaron en la clandestinidad; incluso se evitaba informar a las autoridades del nacimiento del primer hijo para poder tener dos varones.
Según los datos del informe, todavía no se ha conseguido enfatizar lo suficiente la importancia de la mujer en este país. Los expertos alertan de que el rápido envejecimiento de la población dificultará el buen funcionamiento de los servicios sociales.
China alberga la mitad de la población anciana de toda Asia, que podría llegar a alcanzar un total 234 millones en 2020. La mezcla de población envejecida y familias con un solo hijo suponen un alarmante problema social. El cuidado de los padres, y a menudo de algún abuelo, recae en muchos casos sobre una sola persona. Una situación difícil de soportar para la economía de un país sin un sistema de pensiones y donde la fuerza económica reside en el gran número de trabajadores que tiene.
Frente a esta situación, el gobierno chino ha decidido premiar con incentivos económicos a aquellas familias en las que nazcan dos niñas. Un giro de 180 grados en el control de natalidad de una región que ha conseguido resolver los problemas esenciales de alimento y vestimenta que afectaban a las zonas rurales y más empobrecidas. Desde el año 2000 se estableció la enseñanza obligatoria y se erradicó el analfabetismo entre los jóvenes y adultos de mediana edad. Además, se consiguió el acceso a los servicios sanitarios primarios para el total de la población.
El gran reto que se le presenta a la potencia asiática es lograr la igualdad social de la mujer en un sistema donde el control de la natalidad es clave para el buen funcionamiento de la economía. Si el dragón consigue avanzar de nuevo, es probable que ya nada le pare en su camino hacía el progreso.
LO QUE OPINAN NUESTROS ALUMNOS
ANDREA YELO MONTIEL (B2IC)
El artículo, escrito por Carlos Torres, refleja la tiste realidad china: la gran desigualdad que existe entre hombres y mujeres, la diferencia entre el número de niños y niñas que nacen cada año es tan abismal, que un estudio ha revelado que en el año 2020 China tendrá cerca de 300 millones más de hombres que de mujeres, con lo que las dificultades para encontrar esposa para esta porción masculina serán enormes, y cientos de hombres se quedarán solteros. En consecuencia el envejecimiento de la población se acelerará, desencadenando una grave crisis en un país cuyos cimientos económicos se apoyan sobre todo en el gran número de trabajadores con los que cuenta.
Podemos cuestionarnos, ¿cómo se ha podido llegar a tal situación? La causa de esta inestabilidad reside principalmente en el papel que la mujer ha conservado desde hace siglos en la familia china tradicional. El matrimonio entre un hombre y una mujer era de carácter concertado entre las familias de ambos cónyuges, y suponía que la esposa pasara a formar parte de la familia del esposo, a la cual debía desde entonces servir, y donde su vida se reducía a las tareas del hogar. La situación de la mujer como esposa era muy precaria; la maternidad se perfilaba como la mayor satisfacción para ellas, tener hijos varones les concedía la única oportunidad de alcanzar cierto reconocimiento dentro de la Jia (nombre con el que se refiere a la familia tradicional china). El nacimiento de un hijo varón era considerado una gran alegría, debido a que garantizaba la continuación de la línea paterna. Por el contrario, el nacimiento de una niña se vivía como una felicidad menor, si es que había alguna. El extendido infanticidio femenino en China se explica a partir del papel de la mujer dentro de la familia; la mujer era el miembro más susceptible de ser desechado (incluso era frecuente la venta de niñas en momentos de crisis económicas).
Este modelo tradicional de familia china, estructurado por los valores, principios e ideas morales de Confucio, son los que rigieron la sociedad china durante siglos, y han ido transmitiéndose de generación en generación, de tal modo que en la actualidad se pueden encontrar resquicios de ella. De ahí la raíz de la grave situación en que se encuentra el país, cuya economía se balancea peligrosamente pendiendo de un hilo.
Personalmente, no puedo ser más contraria a esta concepción de la mujer asiática por lo injusta que resulta. Opino que la propuesta del gobierno de premiar con incentivos económicos a las familias con niñas fomentará el aumento de éstas. Sin embargo, creo que esta medida no sirve para curar esa llaga, para eliminar la lacra que supone el menosprecio de las mujeres y su abandono a una vida de eterna fidelidad y sumisión al marido. La mujer no tiene por qué depender del hombre, es fuerte e independiente.
Asimismo puede colaborar en el mantenimiento de la economía del país y estimular su crecimiento. Solo tenemos que fijarnos en potencias económicas como Alemania, u otros países como Argentina donde las mujeres han alcanzado una importancia sin precedentes en la dirección de las vidas de millones de personas. Angela Merkel, canciller de Alemania, y la presidenta de Argentina, Cristina Fernández quien pese a su enfermedad, afrontó lo que parecía ser un cáncer de tiroides y mantuvo las riendas del país. Son ejemplos de la valentía y la fortaleza de la mujer, que demuestra que su trabajo no tiene por qué reducirse al cuidado del hogar y de los hijos.
Tenemos tanta capacidad como los hombres para organizar nosotras mismas nuestra vida y hacer grandes cosas, únicamente necesitamos que se nos brinde la oportunidad de demostrar nuestra valía.
En fin, pienso que si los ciudadanos chinos estuvieran resueltos a borrar de sus mentes sus prejuicios sobre inferioridad (que ha sido impuesta premeditadamente) de la mujer, podrían acabar con los problemas que aquejan a su país, y comenzar a construir una nueva sociedad basada en la igualdad entre todas las personas. Ni el mejor de los arquitectos podrá negar que éste es el más fuerte de los cimientos para sacar adelante a un país.
DAVID LÓPEZ CANO (B2IC)
En este texto se nos informa de que China tendrá 300 millones más de hombres que de mujeres en 2020. Se ha realizado un informe por numerosos demógrafos que asegura que la dificultad futura para encontrar esposa puede inducir a un clima de inestabilidad y de comportamiento violento y antisocial.
Esta gran expansión demográfica fue producida por la política de planificación familiar de 1971 que la facilitó, y con ello incrementó la reproducción. Más tarde China tuvo que reunir una serie de medidas restrictivas con respecto a la reproducción debido al gran aumento demográfico.
Esta serie de medidas ha provocado que China se convierta en una población envejecida y con más varones que mujeres.
Esta situación ha contribuido a la aparición de importantes problemas económicos en el país, los cuales pretenden ser solucionados fomentando el nacimiento de niñas.
El gran reto que se le presenta a la potencia asiática es lograr la igualdad social de la mujer en un sistema donde el control de la natalidad es clave para el buen funcionamiento de la economía.
China ha pasado de fomentar la natalidad a controlarla a causa de sus necesidades en cada época.
Esta potencia adopta una actitud casi dictatorial con respecto a la natalidad. Esto atenta contra ciertos derechos individuales e induce a que la población migre hacia otros países para poder ser más libres.
En un mundo donde los derechos del individuo son muy importantes, es un atraso que en algunos países se recorten.
Progresivamente estos países que limitan los derechos tendrán que evolucionar hacia un futuro más libre, ya que la libertad es y ha sido el mayor anhelo del ser humano y el fundamento de la sociedad actual.
Mª JOSÉ ALENDA CÁNOVAS (B2IC)
Se ha disparado la alarma: en pocos años el número de varones en China será desmesuradamente superior al de mujeres.
Este desajuste se debe a una iniciativa política de crecimiento demográfico acompañada de una arraigada tradición a favor del hombre, pues constituía una mano de obra más importante que la que podía aportar la mujer en la casa. A este problema se le suma la población envejecida que alberga China junto con las medidas de planificación familiar.
Un desajuste en definitiva, demasiado grande. La conclusión que se obtiene tras analizar las políticas chinas en las últimas décadas es demoledora:
Primero, “más gente, más fuerza, propaguemos la natalidad”… Se les fue de las manos.
Después, señores, hemos decidido que sólo van a poder tener un hijo, así sin más.
¿Acaso se puede decidir así sobre la vida de las personas por el interés de un país? Parece ser que sí.
¿Y la libertad? Se les habrá escapado… Detalles banales a la hora de analizar la economía. O eso reflejan sus modos de actuar. Y lo cierto es que no les va nada mal. China se está abriendo un hueco cada vez más grande entre las potencias mundiales, pero… ¿a qué precio? Como bien dice el texto, si consigue superar las dificultades que se le plantean no habrá nada que la pare.
Y yo no puedo salir de mi asombro: si China llegara a ser ama y señora de nuestro planeta, ¿lo haría aún con una mentalidad tan encasillada en lo tradicional?
Imagino tal potencia y en ella las mujeres aún mal vistas y desprestigiadas, las políticas modificándose a su antojo, y sin ni siquiera un sistema de pensiones. Entonces me pregunto rápidamente, ¿lo tomarían de ejemplo nuestros políticos, fijándose en lo lejos que ha llegado?
De nuevo de manera rápida me contesto; -Claro que no. No hay que preocuparse; para eso luchó mi abuela junto con todas las mujeres de su generación, precisamente para llegar a darle sentido a esas palabras tan bellas y esperanzadoras: Justicia y libertad.
Sin embargo, algo de duda alberga en mí… No sé por qué.
Espero, finalmente, que tanto en China como en el resto de países puedan algún día convivir hombres y mujeres por igual. Espero, además, que las personas mayores que tanto han luchado por las generaciones sucesoras, puedan descansar dignamente sus últimos años; y espero también que políticos y ciudadanos encuentren la forma de entenderse.
No parece tan descabellada la ESPERANZA, así que ojalá se cumpla todo eso y más.
TOMÁS NAVARRO ROS (B2IH)
Mientras que en países europeos como Alemania, Francia, Holanda o España poseen políticas para aumentar la natalidad, China es el único país que intenta reducirla; desde que el gobierno chino impuso su política de control de la población, las parejas de este país están obligadas a tener sólo un hijo, y si es niño, mejor. Se produce así, como bien dice Carlos Torres que haya más niños que niñas. A pesar de que las leyes prohíben la fuerza y la crueldad, lamentablemente éstas no faltan cuando se trata de controlar la población en China. Indagando un poco, he comprobado que los métodos que utilizan para controlar la natalidad causan horror y pena. Los ciudadanos, por miedo a ser descubiertos por el gobierno, abandonan o matan a sus propios hijos. En algunos casos, a las mujeres embarazadas las obligan a abortar o las mantienen en la cárcel hasta que se somete al aborto.
Está claro que en China hay un excedente demográfico y que hay que controlar los nacimientos, pero me parece fatal e inhumano que se haga de una forma machista y discriminatoria, porque debido a esto se producen los abandonos, el tráfico de niñas, los abortos y, lo más peligroso: que el número de hombres supere con mucho al de las mujeres.
KATERINE BASTIDAS CONTRERAS (B2IC)
El texto de Carlos Torres muestra y explica la grave situación tanto social como económica que vivirá China dentro de unos años, debido a la política de control de natalidad que rige en este lugar.
Un informe asegura que la dificultad para encontrar esposa, a causa de la desproporción de niñas y niños existente, puede provocar un clima de inestabilidad y un comportamiento violento y antisocial.
Desde 1949 la República Popular China se guiaba por el lema “más gente, más fuerza”. Pero el aumento del número de habitantes obligó al gobierno a realizar un exhaustivo control de natalidad y estableció la política de un solo hijo por pareja, que incrementó los abortos femeninos y selectivos.
Aún no se valora el papel de la mujer en este país, y creo que esto será del todo perjudicial para esta nación, ya que la población envejecerá y no habrá una proporción estable entre hombres y mujeres.
Para que un país funcione perfectamente, hombres y mujeres deben tener los mismos derechos; no se debe dar más importancia al hombre por motivos tan insignificantes como el de perpetuar el apellido paterno, clarol. También se sobrevalora al hombre porque es el encargado de velar por la economía de la familia. La mujer está vista como alguien que pasa a formar parte de la familia del marido y que pierde su propia identidad para supeditarla al cuidado de sus hijos, de su marido, o de los padres de éste.
Parece increíble que en pleno siglo XXI aún se mantenga la desigualdad entre hombres y mujeres; en un país como China, lo único que hace esta disparidad es ralentizar la evolución y el desarrollo, tanto social como económico.
Creo que el hecho de restringir la natalidad de un país no hace que éste mejore, sino todo lo contrario; se formarán mafias y otros grupos ilegales que se aprovecharán de la situación para conseguir dinero. Pero, sobre todo, la moral de la familia en donde se haya realizado un aborto o se haya tenido que abandonar a un hijo, se verá afectada, y como consecuencia, la sociedad de un país tan grande como China se resentirá de la infelicidad de gran parte de sus habitantes.

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