Los ojos los tenía bien cerrados pero alertas; sabía que al más leve movimiento se abrirían de par en par.
Su respiración era imperceptible, ni en el más profundo silencio se oiría. Sus orejas, esperando el ruido para seguirlo implacablemente. Era relajante para mí poder contemplarlo. El cojín en el que reposaba estaba ya hundido y caliente por su peso y calor corporal. Me acerqué y le acaricié la frente. Él abrió un ojo, movió sus bigotes y como si no hubiera notado nada, volvió a cerrarlo; así que lo dejé descansar.
Más tarde, se despertó. Vino a mí, me lamió con su rasposa lengua y volvió a acostarse en mis piernas.
Aunque él no se daba cuenta, a mí, involuntariamente, se me dibujaba una sonrisa en la cara. Me encontraba muy feliz de tener a mi gato conmigo. Una vida más en la familia. Una vida que alegra la casa cada día con su ronroneo, sus ágiles saltos, sus suaves maullidos y su graciosa figura a rayas.
Agustín Martínez García, 2º B
Aquí está Mister Darcy, apuesto, gallardo, atento a la cámara y por lo tanto, Atento a la vida. Enhorabuena, Agustín, por ese gato y por la felicidad que te da y tú compartes con nosotros, con esas palabras tan delicadas. Yo te comprendo muy bien. Mi "gato-nieto" se llama Woody. Algún día te enseñaré lo guapo que es; ya verás.
ResponderEliminarPrecioso y entrañable relato. Ya quisiéramos muchos adultos expresar y describir así de bien. Supongo que algo tendrá que ver esa magnífica profe de lengua.
ResponderEliminarUn relato realmente emocionante para los que amamos a alguno de esos magníficos seres peludos. Enhorabuena.
ResponderEliminarJosé Andrés.
Agustín, te felicito por tu relato porque transmite muy bien esa sensación de sentirte acompañado y querido.
ResponderEliminarMuchas gracias de parte mía y de Darcy.
ResponderEliminarMe ha encantado tu relato. Soy un amante de los felinos, y Mister Darsy me ha hecho recordar a mi gato, que por desgracia falleció, y que tantos recuerdos entrañables ha dejado en toda la gente que viviamos con él. Son los amos absolutos de las casas.
ResponderEliminarHola Agustín. Me ha gustado mucho porque además con nosotros vive una gata siamesa de nombre Sandra, un poco mayor ya, pero muy cariñosa y zalamera. Aprovecho para recomendarte un libro de Antonio Burgos: Alegato de los gatos.
ResponderEliminarSaludos
Santiago Quintanilla
Agustín, escribes genial, nunca dejes de hacerlo. Sigue así.
ResponderEliminarHola,soy tu compañero Jose Javier me gusta mucho como escribes ,sigue así y no cambies.
ResponderEliminarTu texto es bastante expresivo con la descripción de cada movimiento. Escribes muy bien y deberías dedicarte a esto. Un saludo.
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