Mª del Carmen Carretero, presenta su nuevo libro de poesía en
el Real Casino de Murcia,
Hace algunos años conocí a Mª Carmen
Carretero. Éramos compañeras de trabajo, y de vez en cuando coincidíamos
ocasionalmente en algún evento –los
que somos compañeros sabemos cómo son estos eventos-; con el paso del tiempo, nuestros encuentros ya no eran
casuales, ya que yo buscaba su compañía porque me agradaba hablar con ella y
oír sus opiniones cargadas de sabiduría y experiencia.
Casi desde el principio supe que Mª Carmen era
alguien especial, una mujer que no se podía encasillar en ninguno de los
estereotipos que yo conocía de las mujeres de su época.
Pronto comencé a observar en ella una
lucidez y una manera de ver las cosas que me llamaron la atención por su
vitalidad serena y su optimismo bien fundamentado. Su naturalidad y su afecto
me transmitieron enseguida paz, comprensión, cariño, claridad y entendimiento.
En una de las ocasiones en que
coincidimos, ella se brindó a acercarme a casa en su coche; íbamos las dos
solas y me confesó que le gustaba escribir y que tenía un buen número de poemas
de los cuales había publicado una selección en un poemario llamado “Vida
y Ensueño”. Le dije que quería leerlo, y al día siguiente ya tenía
un ejemplar entre mis manos. Muy pronto comencé su lectura y comprobé que no se trataba de alguien que
utilizara la poesía sólo como refugio de la soledad o como desahogo de sus
pesares. Descubrí un lenguaje poético propio, muy cuidado, unos versos llenos
de ritmo pausado y sonoro. Hallé en sus poemas los vestigios inevitables de las
lecturas que todos, afortunadamente, llevamos a nuestras espaldas, y que tantas
veces nos han salvado la vida; pero los versos que yo tenía ante mí, eran exclusivamente suyos, originales,
estaban realizados con la mejor técnica, con el sentimiento más profundo y con
la clara razón que su sensibilidad filtraba para conseguir la expresión más
adecuada.
Leí el Prefacio, me gustó; su prosa era
elegante y clara, aunque escrita en tercera persona para conseguir algo de
distancia entre el lector y la intimidad que le iba a ofrecer de una manera
totalmente natural, generosa y desinteresada.
Hice una primera lectura y hubo varios poemas que
inmediatamente reclamaron mi interés; por ejemplo, el segundo poema del libro,
que habla sobre el paso del tiempo, está cargado de esa sensación que a todos
nos abruma conforme vemos que la vida va cediendo su terreno.
¡Raíces de
las cosas,
que ya no
sois raíces,
sonáis tan
sólo a hueco,
a vacío, a
ausencias sin fin!
¡Vacío,
sequía que penetra
hasta el fondo del alma!
Poco a poco fui descubriendo pequeñas joyas entre los
poemas de este libro que encerraban un pensamiento profundo, una vida
experimentada, y una humanidad rebosante:
Veo pasar la
vida mansamente,
tengo los
ojos serenos.
hoy todo me
sabe a equilibrio
y anchura.
Paz, una paz
inmensa me rebosa.
Ya di lo que
la vida me pedía,
ya he
aceptado como compañero
al dolor.
Su forma de concluir su primer poemario, reflejaba muy
bien lo que yo había observado en ella en nuestro trato cotidiano:
Llevo un ramo
de versos en la mano,
traigo un
cándido sol en la mirada
Prodigo amor
a todos los humanos,
tiene sitio
en mi vida la esperanza.
Pero no estamos aquí para hablar de su primer libro,
sino para presentar el segundo, otra pequeña selección de lo mucho que Mª
Carmen guarda para sí.
Hace a penas dos meses
coincidimos para celebrar la jubilación de un compañero. Ya hacía
algunos años que no nos habíamos visto, y cuando nos encontramos, le dije que precisamente
la noche anterior había estado leyendo alguno de sus poemas. Ella se sorprendió
alegremente y me dijo que pronto me llamaría para hacerme una propuesta. No me
dio más datos y quedé esperando su llamada.
La recibí hace poco más de una semana y me dijo que
quería que le presentase su nuevo libro, “Tiempos de Amor”. Confieso
que no sabía qué decir ni cómo salir del compromiso, pero al mismo tiempo me
agradó que pensara en mí, y… le dije que sí.
Al día siguiente se presentó con su libro, nos sentamos
a hablar y me fue explicando en qué iba a consistir este acontecimiento y la
decisión que la había llevado a hacer una nueva recopilación de sus poemas.
Me aclaró que este poemario había nacido porque quería
darnos a conocer, antes de que fuese
demasiado tarde, ( y esto lo subrayo)
una serie de poemas que intentaban dar forma a los sentimientos que
experimenta el ser humano en torno al amor
a lo largo la vida. Eran reflexiones en torno a experiencias propias y
ajenas que le servían como tema de inspiración.
Ningún poema está fechado, no puede rastrearse por
tanto nada de su intimidad más profunda; es la forma, según pienso, de
preservar su libertad.
En cuanto abrimos el libro y nos dirigimos al Índice observamos que Nuestra amiga ha
hecho ya mismo un poema.
Cada uno de los apartados sería un verso que
representaría hermosamente las distintas etapas que el amor tiene, no sólo en
la experiencia de nuestra autora, sino en la de casi todos los seres humanos.
Ha sabido elegir la palabra exacta, que queda desnuda
con toda su capacidad evocadora. Queda así:
“Lo imposible”,
“Lo soñado”,
“La espera”,
“El encuentro
“El amor vivo”,
“La distancia”
“El desencuentro”
“El desamor”
“El olvido”
“ Epílogo”.
Es
un recurso típico de mi compañera poeta, su gusto por aislar la palabra y darle
un protagonismo absoluto dejándole todo el espacio versal para ella. Enumero
algunos sustantivos de los que he ido encontrando a lo largo de mi lectura; es
así como encontraremos pistas para ir deduciendo lo que le importa a nuestra autora.
Montes, senda, hora, instante, vida,
llama, brazos, cuerpo, deseo, compañero, alegrías, ternuras, emociones,
estancia, sentir, fondo, brío, empuje,
armonía, cadencias, tendencia, dificultad, tiempo, silencio, muerte, nada…
Podríamos
jugar a formar varios grupos con las palabras anteriores y surgirían los temas
que sobresalen, además del amor, en la poesía de Mª Carmen: Naturaleza, tiempo,
vida, deseo, muerte.
En la primera parte, Lo imposible, nuestra poeta habla de un amor asfixiado,
destinado al fracaso. Siente la desesperación que produce el amor imposible, el
dolor atenazante del silencio ahogado; así lo expresa con una conseguida
sinestesia: rocas dormidas:
No sé qué fuerza
Me falta en esta
Hora.
Lloraría aquí mismo
Como sobre rocas dormidas.
Me duele saberte cercano
Y no poder asirte,
La finitud de mis
pobres caminos,
Y tu candorosa presencia
Siempre deseada,
Añoranza continua en todo
Instante.
Mª Carmen siente la fuerza de la naturaleza en su
interior; en el primer poema ya menciona al viento como elemento arrebatador si
es contrario a la dirección que queremos seguir.
La naturaleza también está presente cada vez que
quiere expresar el desbordamiento que experimentamos cuando el sentimiento se
desencadena y fluye queriendo arrebatar
y renovar todo nuestro ser. Lo vemos así en el poema II:
Quiero
aliviarme
de este río
de ansias
doloridas.
Se conjuga a un tiempo la imagen del río interior con
la idea que aporta su complemento “ansias doloridas”, consiguiendo así,
expresar ese sufrimiento interno que ella parece sentir como si de la lava de
un volcán fluyente se tratase. Así lo entendemos en el verso II de Encuentro:
Tengo un río
encendido
que no
entiende,
pero inunda
mi alma.
En los versos de La
espera, el río como elemento de la naturaleza para expresar la
grandeza y la fuerza del amor se agranda y se convierte en mar y océano:
Yo no sé si
merece, compañero,
que deshagas
los nudos de tu amarra,
y que lances tu vida por los mares
de mi amor
que te aguarda.
No sé si
merecerá la pena
que arriesgues
tu andanada,
y te lances
con fuerza al océano
de mi amor que no pasa.
El
ritmo y la musicalidad son dos
cualidades que no faltan en este libro; en el poema I de Amor vivo, vemos que utiliza de forma muy lograda la anáfora
y el paralelismo para reforzar la idea de lo contrario que nos mueve en un
vaivén una vez que somos presas del amor:
Otra vez el amor
es quien me esponja .
Otra vez el amor
es quien me hiere.
Otra vez las querencias
me dividen.
Otra vez la renuncia
es quien me crece.
Es
llamativo en este verso el uso del coloquialismo esponjar que parece gustarle especialmente a nuestra autora porque
su sonoridad y plasticidad lo hacen necesario. Con esta palabra, Mª Carmen nos
está diciendo que todos los fluidos de nuestro cuerpo están funcionando como
deben. Por eso la utiliza en numerosas ocasiones y en distintos poemas del
apartado donde el amor parece haberse realizado con plenitud. Yo he querido
resaltarlos aquí:
Mi alma tiende a fundirse
con la tuya.
Tu presencia cala en amor
mis huesos.
Mi ser entero pide tu mirada,
tu sonrisa
tu cercanía.
Un gesto tuyo pone tu alma
ante mí,
esponjándose entonces toda
mi carne
En
el poema VI del mismo apartado podemos leer:
Mis adormecidas palomas
esponjan sus alas y
se extienden gozosas,
abrigadas al aire que las
envuelve.
El
vitalismo que he mencionado al principio como sustancial formante de la esencia
de Mª Carmen, se deja notar cuando más se requiere, en los poemas que hablan
del desamor, la separación y el sufrimiento. Así leemos:
Mis brazos
se han quedado
extendidos
esperándote.
Recojo mi ser
y
me adenso
afirmando
bajo mis pies
la vida
También
se aprecia su optimismo vital en el último poema de La Distancia:
Yo siento la ternura
de un recuerdo,
me aletea el corazón,
revolotea y se eleva
suavemente
sin desesperación.
Continúa la misma composición
con otra idea, ya de madurez, que
convierte el amor en algo que no depende de la otra persona sino de uno mismo y
de su capacidad fabuladora cuando ama. Así se desprende de estos versos:
No hay un rastro de pena
que me invada.
Asi fue…así pasó.
Así fue…un hecho más,
que dio mi vida.
Así fue…un gran amor
Creo
que ella pone a su vida, y por extensión a sí misma como fuerza generadora de
todo lo que le ha sucedido.
La
misma idea vuelvo a observarla en el poema VII de El Desencanto:
Tengo la impresión
de haber vivido algo inexistente,
en mí nació,
y en mí se resuelve
En la misma línea
esperanzadora y vital, leemos en el
poema VI de El desamor:
La ilusión
A pesar de la dificultad,
Nace y crece
Deprisa.
Cuando la hemos cortado,
Sin embargo,
tarda mucho la vida
en dejarla.
Y podría pasar largo tiempo
Hasta que muriese.
La
ilusión, más que el amor, es la que no la abandona nunca.
En
el poema IX de El Olvido podemos apreciar la sabia aceptación de la vida
a pesar de la soledad:
Sola yo para
siempre…
Sola yo… no
me espanta,
Porque la paz
rebosa mi regazo,
Porque la
paz, amigo, llena mi alma.
Este
último libro, comienza con la misma
metáfora que el primero: el viento. Con ella se refiere al paso del tiempo
igual que ya lo hiciera Garcilaso de la
Vega en su soneto XXIII.
Marchitará la rosa el viento helado
O
como lo hizo Luis Cernuda en Tristeza del
recuerdo
Agua ha pasado por el río
abajo,
hojas verdes perdidas llevó el viento
desde que nuestras sombras vieron quedas
su afán borrarse con el sol traspuesto.
hojas verdes perdidas llevó el viento
desde que nuestras sombras vieron quedas
su afán borrarse con el sol traspuesto.
Mari Carmen escribe:
Deja arribar
los aires del olvido,
Para que nada
en tu alma deje poso.
Que los
vientos arrastren las raíces
Que
inmovilizan hoy tu caminar.
Y si hablamos de olvido, de nuevo no podemos perder de vista a Luis Cernuda y
su hermosísimo poema Donde habite el
olvido del cual les leo los primeros versos:
Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.
Mari Carmen
acepta el olvido y lo ama, no se quiere convertir en esa piedra sepultada entre
ortigas sino que quiere seguir viviendo y amando:
Es el olvido
y
tienes que
mecerlo
en tus brazos
Para concluir, nos quedamos con unos versos del Epílogo llenos de
generosidad y esperanza; nuestra autora concluye con la idea de que es preciso
dejar a un lado el desamor para generar la dicha en nosotros, porque
Cuando lo
llevas sosteniendo
Un tiempo
Sientes su
agobio,
El peso de tu
brazo
Por
mantenerlo.
Y añoras la
ligereza
De tus
miembros
Cuando eras
libre.
Entonces,
La libertad
añorada
Vuelve a
darte
el impulso
del nuevo amor
María Pilar Salazar Larrosa
Yo no conocí a esta profesora pero has conseguido motivarme a su lectura con tu presentación del libro; ¿cómo puedo conseguirlo? La poesía es uno de mis géneros favoritos.
ResponderEliminar