domingo, 17 de abril de 2016

Corre Dafne. Por Adrián Castellón García, 3º B

Corre Dafne, pura, por el espejo doble del lago y tras ella Apolo muerde el aire, que huye de él envenenado.
Corre Dafne y no tropieza en su carrera. A cada paso muere más Apolo en su deseo, y salpica las flores espectadoras de sangre que arde; porque Apolo es un volcán con el cráter en el pecho, dispuesto a deshacerse entre las fraguas. Pero Dafne no llega. Pisa firme la hierba fresca, alfombra estampada de estrellas. Se aleja, y el aire la cubre, desnuda como un ciervo o como el mismo aire. Alza entonces al sol los brazos. La hierba le lame pies, trepa a las rodillas, el fruto, el ombligo... Se vuelve un prado vertical. Se estira más hacia el sol, se retuerce más, se enrosca... y estalla en fuentes de savia dulce.
Apolo tropieza a sus pies y se ensancha el doble espejo del lago.

1 comentario:

  1. Adrián, enhorabuena por esa facultad innata que tú te encargas de enriquecer cada día. He de decirte que me emocionó cuando lo leí. Porque vi cómo lo escribías, en diez minutos de la clase del jueves, y porque sé de esa facilidad tuya para lo literario, si no hubiese pensado que te costó horas terminar este texto. Has sabido plasmar, como no lo consiguen muchos escritores, el proceso de la metamorfosis de Dafne y, como Garcilaso, a la vez el deseo insatisfecho de Apolo. Enhorabuena una vez más. Lee, escribe y deléitanos con composiciones como esta.

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