martes, 4 de noviembre de 2014

EL PAÍS DE NUNCA JAMÁS

Qué tiempos aquellos en los que jugabas tirada en la arena, jugabas a hacer comiditas o castillos; corrías por el parque o hablabas con todo el que se te cruzaba; llevabas vestiditos, te sentabas a tus anchas, como más cómoda estuvieses, y te daba igual que se te vieran las braguitas. Cuando te decían que había que recoger los juguetes y ya los tenías recogidos, los volvías a tirar; entonces te daban un "crujío" en el culo para que los metieras en su sitio, y si no lo hacías, te amenazaban con no salir a la calle a jugar  con tus amigos. Yo me quedaba muchas veces castigada por este motivo, y me ponía a morder el suelo. Lo que más me gustaba era que tenías la cabeza llena de fantasía en la que con oír una frase creabas una historia dando rienda suelta a la imaginación. ¡Echo de menos un montonazo esa infancia!

Sinceramente, ahora me paro a pensar lo poco que he agradecido esas muchas cosas que he tenido. Hay niños de países africanos que si  hubieran tenido lo que yo tuve, lo habrían agradecido mucho más. Con esas cosas me refiero a una buena educación, comida, ropa, juguetes, caprichos...

Cada vez hay más familias que no son de países africanos que no es que no le puedan comprar juguetes a sus hijos, es que no tienen para darles un plato de comida. Esto es una verdadera lástima; en fin, la vida es así *. Pero, no olvidemos, en todos los niños siempre estará el país de Nunca Jamás.


OBSERVACIONES
  *Me dicen en la clase que la vida últimamente está siendo así, pero no tiene por qué ser tan mala y no nos vamos a conformar con que haya niños que no tengan para comer.

                                                                               María Sánchez Bermejo, 2º B

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