viernes, 13 de noviembre de 2015

Anécdota

Una mañana me levanté para ir al instituto, como todas, cansada y sin ninguna gana de despertarme porque hacía frío, o por lo menos yo lo tenía.
Pero, como todos los días, hice un pequeño esfuerzo para levantarme, me costó mucho, parecía que me había quedado pegada a las sábanas, Y, como siempre, me lavé la cara para despejarme un poco, me aseé, me vestí, me preparé mi bocadillo, me tomé mi pequeño desayuno, cogí la mochila, las llaves y me fui tan campante al instituto. Cogí el ascensor porque a esas horas ¿a quién le apetece bajar escaleras? Al salir, me encontré con mi vecino Manolo que me dijo: "¡Qué madrugadora estás hecha!"
En ese momento me paré a pensar y me di cuenta de que el cielo estaba un poco más oscuro que normalmente, pero no le di importancia. Así que me acordé de que desde la esquina de mi calle se ve el reloj de la iglesia y eran las seis y media pasadas. Subí a mi casa corriendo y allí estaba mi madre hecha una furia, pero cuando se lo conté se puso a reírse,  aunque le había dado un buen susto.
Lo mejor de todo es que a pesar de haberme levantado dos horas antes, llegué tarde a clase porque me di cuenta de que me había dejado un trabajo de Sociales que tenía que presentar con Carmen y Elizabeth, así que tuve que volver corriendo a mi casa y regresé unos cinco minutos después.

      Noelia Pérez García. 3º B

2 comentarios:

  1. Noelia, como dice el refrán, no por más madrugar amanece más temprano. Esta anécdota demuestra que eres una chica muy responsable. Otra cosa es que corres mucho, pues cinco minutos tarde después de ir a tu casa y coger el trabajo me parecen pocos. Enhorabuena por tu anécdota.

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  2. Noelia, aparte de la anécdota- ¡vaya pasada!-, qué texto tan bien escrito, qué minuciosidad en la descripción del proceso, paso a paso ¡Me encanta! Un saludo.

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