viernes, 23 de noviembre de 2012



Un mar de recuerdos
Compañía, buena sopa caliente, y, por supuestos, un mar de recuerdos, son los elementos que, durante toda mi vida he experimentado en este día especial, en el que la familia se reúne para recordar a sus seres queridos.
Todos lo años nos levantamos muy temprano, de buen humor y dispuestos a pasar un día de reflexión, luego de ello nos vestimos de estreno con nuestras mejores galas de invierno. Desayunamos también pronto, para luego cambiar las sábanas de nuestras camas por otras limpias, pues, se dice que en este día, nuestros difuntos seres queridos duermen con nosotros.
Una vez arreglado este asunto, en mi familia es costumbre ir a casa de mi abuela a comer temprano, allí nos encontramos todos con todos, pues este día, junto con Nochevieja es el único en que toda la familia se une. Conforme entras por la puerta, un olorcillo cálido y agradable inunda tus pulmones. Éste es el olor a la sopa de mi abuela, que cada año prepara con más cariño que el anterior.
 Al terminar de comer vamos al cementerio a ver a nuestros familiares al panteón que se encuentra formado por distintos nichos, adornados con rosas de colores varios, pues cada uno tenía un color preferido. Antes, esto no ocurría, pues se utilizaban crisantemos debido a que se podían cultivar en la huerta y eran, por ello, más asequibles que las rosas.
Después, nuestros padres nos llevan a la entrada del cementerio, nos compran regaliz o castañas asadas y luego regresamos a casa de mi abuela; allí hablamos de nuestros familiares y de sus costumbres, sus manías, sus hazañas,…, así como de la curiosidad de que, exceptuando a tres familiares, todos murieron el día 22 o 23 de septiembre. Una vez nos meten esa extraña curiosidad en el cuerpo, la transforman en miedo, contándonos historias de terror sobre las ánimas benditas y espíritus que resuenan en nuestra imaginación tras ser relatadas mientras encendemos y colocamos una vela por cada difunto. Hecho esto, mi abuela se queda rezando para ayudar a los espíritus que no han encontrado la paz, y para que aquéllos que ya están en ella permanezcan así. También reza a las ánimas benditas, porque dice que, en caso de no hacerlo, estarían disgustadas y no la dejarían dormir o cosas por el estilo
Finalmente regresamos a nuestras casas a dormir cada uno en nuestra cama, y…¡Quién sabe si pasaremos o no la noche acompañados!
                                                             Juan Aguilar Mondéjar    B1IC

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