miércoles, 22 de abril de 2015

¡Comienza el juego!



Aquel día de invierno ocurrió la mayor aventura que se pueda imaginar.
Era un día cualquiera, sus padres no estaban en casa y el joven estaba buscando una app de juegos cuando de repente le llegó un whatsapp anónimo. El chico se sorprendió ya que el mensaje decía:

“¿Quieres jugar a un juego de aventuras?“.

Pensando que sería cosa de App Store, clicó y algo comenzó a descargarse. Al finalizar la descarga miró el nombre del juego, tenía un nombre poco creativo y muy mal expresado para ser el nombre de una app.  Al abrirla lo que más llamó su atención fue la pantalla de carga, era muy peculiar ya que eran como tres armaduras con características de dinosaurio. La que más le gustó al muchacho fue una en color rojo y azul que destacaba por las garras de T-Rex que llevaban literalmente clavadas, también resaltaba un bonito casco, de un rojo brillante con cuernos de Triceratops. Cuando al fin cargó por completo el juego, apareció la segunda pantalla pidiendo que insertara un nombre de usuario, también pediría más tarde el nombre real del joven que para su sorpresa se escribió solo, revelando su identidad.  Poco después la pantalla se iluminó pidiéndole permiso al chico para comenzar con las pruebas,  él aceptó y automáticamente salió un texto que decía;
“Muy bien, ¡Que comience el juego!”.

Eligió la armadura que había visto al principio y nada más seleccionarla, la pantalla comenzó a parpadear con una fuerte luz que hizo desequilibrar al chico haciéndolo caer al suelo o eso creyó él, pues en realidad no llegó a caer, tenía la sensación de caer y caer pero al abrir los ojos una luz cegadora lo sacudió, cerró los ojos de nuevo y al fin cayó en una extraña superficie y en su mano ya no portaba su móvil, sino un pergamino bastante polvoriento en el que se leía;
“Muchas gracias por adquirir este juego,  solo dispondrás de 9 días para salir“.

El joven,  asustado e indignado,  se preguntaba una y otra vez qué era lo que ocurría, no entendía nada pero prosiguió la lectura del pergamino que dictaba las instrucciones a seguir:
-Encuentre la llave para conseguir salir de aquí.
Nota: cuidado con los Dinosaurios, si mueres aquí, también morirás en la realidad ¡SUERTE!

Riendo irónicamente, pero a la vez temeroso se decía a sí mismo:
-“Sí, hombre, como si fuera verdad que la tecnología terminara matándonos…”
De repente se dio cuenta de que llevaba puesta la armadura que él mismo había seleccionado en la pantalla de carga, en la muñeca derecha tenía un brazalete que marcaría el tiempo que le quedaba para dar con la llave que lo sacaría de allí. Seguidamente escuchó lo que creyó que era la voz de un niño pequeño, fue a ver y encontró a un niño dos años menor que él, huyendo de un T-Rex que lo perseguía. El niño también era portador de una armadura, verde con alas en su espalda y cabeza de Pteranodon, lo que más destacaba era el desgaste de la armadura. Sin pensarlo dos veces fue en su auxilio, cogió una piedra y la lanzó para intentar distraerlo, el pequeño rápidamente se tiró al suelo buscando algo desesperadamente, mientras el joven huía del dinosaurio. Con la esperanza de ayudar al pequeño, el joven corrió hacia él para cogerlo y llevarlo a un lugar seguro, lo atrapó a la carrera, el niño no dejaba de llorar gritando:
-¡Mi llave, mi llave!
El joven preguntó al pequeño;
-¿Cómo que la llave, qué llave?.

El joven miró hacia atrás y vio impotente como el dinosaurio se comía la llave, entonces el dinosaurio corrió hacia ellos y el muchacho le disparó un gancho que portaba en su mano derecha y subió a una formación rocosa donde había un manzano. El niño le contó cómo llegó hasta allí; cuando terminaron,  cogieron una manzana y la asaron al fuego, al cabo de un rato el joven consiguió dormir mientras que el pequeño no conciliaba el sueño. El niño vio que al lado del muchacho había un objeto, era un DNI. Al ver su nombre y apellido el niño se inquietó, la noche pasó tranquila, pero sorprendentemente y sin saber por qué, cuando despertó el dinosaurio todavía estaba allí. El joven,  disgustado,  le dijo al niño:
-Si la llave está en el estómago del dinosaurio, prefiero morir intentando salir que podrirme aquí dentro.

El muchacho cogió un palo,  una manzana y la lanzó con la esperanza de que el dinosaurio abriera la boca. El niño preguntó al joven qué pensaba hacer,  a lo que él contestó que lo que pretendía era que el dinosaurio se lo tragara. El niño lo miró muy sorprendido y el joven solo le dijo:
-Cuando te dé la señal, salta.

El joven al ver que el dinosaurio tenía la boca abierta.  se tiró al vacío atascando la boca del mismo y dando la señal al pequeño, pero el niño dijo:
-Tranquilo, sé que volverás pronto a por mí.

El muchacho resbaló cayendo al estómago del dinosaurio y  hallando la llave, la cual se iluminó repentinamente y la luz lo cegó haciéndolo cerrar los ojos exactamente como la primera vez.  Al abrir los ojos estaba en el suelo de su habitación, su móvil estaba apagado y al encenderlo,  para su sorpresa,  la app ya no estaba; sin embargo,  notó que tenía algo en su bolsillo: ¡la llave!

Los años pasaron, el muchacho se casó y tuvo un hijo, hacía exactamente 20 años de lo sucedido, aquel joven ya era todo un hombre de 35 años de edad.
El hombre salió a hacer la compra como otras veces dejando en esta ocasión a su pequeño solo en casa;  al volver se percató de que su hijo no estaba y la tablet, de la cual no se despegaba un segundo, estaba en el suelo con un mensaje en la pantalla que decía:

“COMIENZA EL JUEGO”

Se puso a pensar que no era raro que su hijo hubiera sido elegido, pues hacía algunos años él recordaba que había un niño además de él.  De pronto,  el miedo recorrió todo su ser:  aquel niño era su hijo. Deprisa,  el padre se dirigió al desván a por aquella llave que le salvó en su niñez; cuando la tuvo en su mano, al apuntar hacia la tablet de nuevo un destello completamente idéntico al de años atrás lo cegó, cerrando los ojos como en aquella ocasión. Al llegar a aquel mismo lugar, escuchó una voz que decía;
-¿Ves?, te lo dije, ´¡sabía que volverías a por mí,  PAPÁ!
El padre, llorando,  le dijo:
-Aquí termina el juego, volvamos a casa.

Copiright® Todos los derechos de autor pertenecen a David A. Candel Palazón

Nota: este relato lo ha hecho David como ejercicio de clase a partir del microrrelato de Monterroso: "Cuando me desperté el dinosaurio todavía estaba allí."

3 comentarios:

  1. David, te animo a seguir escribiendo que sé que te gusta mucho. Tienes mucha imaginación y mucha capacidad narrativa. Te aconsejo también que leas mucho, además de aprender para escribir tus propias historias te corregirás las faltas de ortografía, poco a poco.


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  2. ¡Qué pedazo de texto! Es una historia muy chula, pero no hay que fiarse de mensajes anónimos y las descargas que haceis en el app.

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  3. Muy buen texto, tienes mucha imaginación y eso es bueno .Te animo a que escribas más textos parecidos.

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