jueves, 23 de abril de 2015

UN MINUTO DE SILENCIO


Eran las 10:45 horas del martes 21 de abril cuando el jefe de estudios entró en nuestra clase y habló con la profesora para decirle algo y, como no es de extrañar, pusimos la oreja. Lo poco que escuchamos fue lo del minuto de silencio. No hacía falta preguntar; todos sabíamos lo que era. Un poco después pitó el timbre para salir al recreo y, pasados apenas cinco minutos, muchos alumnos y profesores se pusieron en la puerta de entrada del pabellón 1, avisados por los tres toques de sirena con los que comenzaba el minuto de silencio. Así fue.

Mientras, no se oía ni el vuelo de una mosca, sobre todo entre los prefesores. Se les veía con cara de incredulidad, con la mirada perdida dirigida a la nada y pensando en todo. Nadie hablaba y a más de uno se nos hacía un nudo en la garganta de solo pensarlo.

Así pasó el minuto. Y como el ruido de una miserable ballesta, el silencio se fue con el olvido y regresaron los murmullos.

Al final, muchos de los profesores y alumnos aplaudieron, quizás por el heroico profesor que convenció al chico; quizás por los chicos que lo sufrieron y que hoy necesitan ayuda psicológica. A lo mejor por la profesora a la que se golpeó o por los alumnos que intentaron ayudar; pero, sobre todo, por el profesor fallecido. Para éste faltaban aplausos.

                                                Rocío Martínez Fernández, 3º A





3 comentarios:

  1. Gracias, Rocío, por tu crónica de ese minuto de silencio que compartes con los lectores de este blog. Has sabido captar muy bien la emoción que nos embargaba a todos, a profesorado y a alumnos sensibles como tú. Sigue practicando la escritura que siempre te leeremos con mucho gusto. Gracias otra vez.

    ResponderEliminar
  2. Me parece bien lo del minuto de silencio. El chico de 13 años tenia un problema mental, el profesor era inocente.
    LO SENTIMOS, PROFERSOR.

    ResponderEliminar
  3. Estuvo bien lo del minuto de silencio. Ese chico está más loco que una cabra o está enfermo. Deberian llevarlo a un psicologo

    ResponderEliminar