Como ya sabéis, mis relatos, al igual que mi vida diaria, me gusta imaginármelos bélicamente. Esto lo digo porque en este texto se cambian palabras cotidianas para que parezca de guerra. Sólo digo que disfrutéis de este texto, sobre todo si sois de mi compañía: primer pelotón A.
Hoy, como cualquier día de escritura de diario he hecho mi guardia como observador, pero ha sido muy aburrida ya que mi compañero habitual no estaba. Con todo y con eso, tampoco ha sido muy mala. Hemos empezado con un dictado al que llamaremos instrucción. La instrucción empieza muy, muy caldeada ya que en el pelotón se rumorea que va a haber un simulacro al que llamaremos ataque enemigo. Cuesta empezar la instrucción pero por fin conseguimos avanzar. Durante la guardia escucho a unos camaradas por la retaguardia trapicheando y eran los hermanos Posligua y los Méndez. Mientras, nuestra maestra escribe en la pizarra el nombre de los fichajes. Continuamos con la instrucción; desde el comienzo parece fácil. Sin embargo, sigo observando, y me doy cuenta de que los de detrás también mantenían conversación, en vez de seguir con la instrucción. Entonces, de golpe, la profesora empieza como sargento cabreado amenazando a los compañeros-soldados, amenazando con las notas finales de Navidad. Seguimos con la instrucción y veo que los de delante se están peleando como niños. Justo en ese momento se disparan los tres toques de emergencia de la alarma. ¡Fue una locura! Todos corrían hacia la salida y a José María, tanto que decía que el ataque sería un juego, lo veo sentado y gritando mientras sudaba como una niña:
-¡Mamá! ¡Vamos a morir todos! ¡¡¡¡¡Socorro!!!!
Salieron como ovejas hacia el matadero. En el pasillo se hizo overbooking y era una auténtica avalancha de personas. Tras luchar contra la gente, conseguí salir fuera de la base y llegar al exterior, al patio. Allí me puse en marcha en busca de mis camaradas más apreciados- que son de otra compañía, aclaro- pero no sirvió de nada; todo estaba lleno de gente. Tras unos treinta minutos de búsqueda, me rendí y era hora de volver a clase. Mientras subía por las escaleras, noto una mano en mi espalda: ¡eran mis camaradas! Llegué a mi puesto de nuevo; estaba sano y salvo. Recogí mis cosas para volver a casa tras un largo día de trabajo militar.
Hoy, como cualquier día de escritura de diario he hecho mi guardia como observador, pero ha sido muy aburrida ya que mi compañero habitual no estaba. Con todo y con eso, tampoco ha sido muy mala. Hemos empezado con un dictado al que llamaremos instrucción. La instrucción empieza muy, muy caldeada ya que en el pelotón se rumorea que va a haber un simulacro al que llamaremos ataque enemigo. Cuesta empezar la instrucción pero por fin conseguimos avanzar. Durante la guardia escucho a unos camaradas por la retaguardia trapicheando y eran los hermanos Posligua y los Méndez. Mientras, nuestra maestra escribe en la pizarra el nombre de los fichajes. Continuamos con la instrucción; desde el comienzo parece fácil. Sin embargo, sigo observando, y me doy cuenta de que los de detrás también mantenían conversación, en vez de seguir con la instrucción. Entonces, de golpe, la profesora empieza como sargento cabreado amenazando a los compañeros-soldados, amenazando con las notas finales de Navidad. Seguimos con la instrucción y veo que los de delante se están peleando como niños. Justo en ese momento se disparan los tres toques de emergencia de la alarma. ¡Fue una locura! Todos corrían hacia la salida y a José María, tanto que decía que el ataque sería un juego, lo veo sentado y gritando mientras sudaba como una niña:
-¡Mamá! ¡Vamos a morir todos! ¡¡¡¡¡Socorro!!!!
Salieron como ovejas hacia el matadero. En el pasillo se hizo overbooking y era una auténtica avalancha de personas. Tras luchar contra la gente, conseguí salir fuera de la base y llegar al exterior, al patio. Allí me puse en marcha en busca de mis camaradas más apreciados- que son de otra compañía, aclaro- pero no sirvió de nada; todo estaba lleno de gente. Tras unos treinta minutos de búsqueda, me rendí y era hora de volver a clase. Mientras subía por las escaleras, noto una mano en mi espalda: ¡eran mis camaradas! Llegué a mi puesto de nuevo; estaba sano y salvo. Recogí mis cosas para volver a casa tras un largo día de trabajo militar.
Hasta mi próximo relato que espero que os guste.
Ramón Palazón 1º A
Dedicatoria: lo dedico a Mari Sol ya que me apoya en todos mis textos.
P.D.: Si hubiese habido un incendio de verdad, este texto no saldría a la luz ya que no estaría vivo.
Muchas gracias, Ramón, por esta dedicatoria. Es la primera vez que me dedican un diario y me ha gustado mucho ese detalle tuyo.
ResponderEliminarSigue observando en el aula y en la vida, que puedes llegar a ser un gran escritor. Nosotros seguiremos leyéndote (pero no te olvides de la ortografía).
Ramón, me ha encantado tu visión bélica del simulacro. Yo también opino que eres un gran observador y te animo a seguir escribiéndo esos relatos tan deliciosos y personales que reflejan tu particular modo de percibir lo cotidiano.
ResponderEliminarPor cierto, yo también estoy convencida de que todos hubierámos perecido en el incendio...
Me tienes picada con el relato. Con qué nos deleitarás la próxima vez?? Me ha encantado. Besos guapo.
ResponderEliminarMuy bueno, Ramón. No dejes de escribir. Además, es gratis. Un abrazote. (JuanDe).
ResponderEliminarMuy bien, Ramón. Me ha encantado el relato, sigue escribiendo nuevos episodios sobre las aventuras y desventuras del "primer pelotón A".
ResponderEliminarUn saludo militar.
Ramon me ha encantado todos tus diarios de lengua y por eso quiero que sigas escribiendo asi como un sargento de la guerra
ResponderEliminarRamón me encanntan tus diarios y por eso te envio este comentario asi que sigue escribiendo estos diarios tan divertidos.
ResponderEliminarMuy bien Ramon hay que tener mucha imaginacion para hacer este diario ¡animo¡
ResponderEliminarHola ramón.Es la primera vez que te leo,y te doy mi opinión...EXPECTACULAR!!!!!.Si te gusta escribir estos relatos,a nosotros nos encanta leerlos.
ResponderEliminarEspero leer muuuucho de estos,gracias!
Muchas gracias de todo corazón intentaré hacer textos que os mantengan enganchados.Para la proxima semana caerá algun texto más,
ResponderEliminarasta entonces.
Un cordial saludo:
Teniente de
artilleria, Ramón.
Un diario facinante, sigue escribiendo más.
EliminarDe tu camarada:
José Mendoza.
jaja ok vale
EliminarMe ha encantado tu diario, ni parece ser de un alumno, es precioso, sigue así xd.
ResponderEliminar¡Que bonito!
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