jueves, 2 de octubre de 2014

OSCURIDAD

Aquella mañana se sintió desfallecer. Estaba tan hambriento y exhausto que empezaba a delirar. Llevaba tres días atrapado en aquel lugar, con el brazo aplastado por aquella roca, inmóvil.

De repente abrió los ojos; era una cueva enorme. Durante el día entraban rayos de luz que iluminaban unas afiladas estalacticas que colgaban del techo.

Cuando ya caía la oscuridad y la noche se llevaba su tercer día atrapado, un pájaro amarillo, de rojo pico, se posó en su rodilla y lo miró fijamente:

- Buen hombre, solo he podido entrar a por usted convertido en pájaro; ahora puede acompañarme.

- No quiero marcharme todavía; aún puedo luchar un poco más.

                                                        Juan Manuel Sarabia, 4º A

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