martes, 24 de abril de 2012

A propósito de leer


A propósito de LEER
Ayer, mientras leía El Manatial de Ayn Ran, encontré unas líneas que me resultaron extraordinariamente aprovechables para comentar con mis alumnos en una clase el día del libro.

Ayn Ran es una autora ruso-americana, ya fallecida, de la que yo conocí su primera obra, Los que vivimos, en mis años de estudiante. Es una de mis novelas favoritas y aún hoy resulta perfectamente recomendable, aunque hayan pasado muchos años de su publicación en 1936.

Los que vivimos, Nos da un testimonio directo de lo que fue Rusia después de la revolución comunista de 1917; es una novela casi autobiográfica y nos relata y describe la vida de una joven que lo arriesga todo por escapar de la Rusia bolchevique.

El Manantial también es una gran novela, sin embargo, a mi parecer, carece de la frescura de la primera y a veces la autora resulta un tanto insistente y artificial en su empeño por desarrollar su filosofía liberal libertaria, que la mayoría clasifica de derechas porque la autora está en contra del socialismo y el comunismo; quizá su experiencia en Rusia tuvo mucho que ver en su forma de pensar.

Lo que no se puede negar es su reivindicación de la individualidad del ser humano que considera absolutamente libre para vivir su vida si tiene valor para ser él mismo y asumir esta exigencia.
Escrita en 1943, se basa en el de desarrollo de una idea que se constituye claramente como una de las máximas de su autora: El ego del hombre es el manantial del progreso humano".

La obra se divide en cuatro partes que llevan los nombres de sus protagonistas. Uno de estos, Howard Roark, es el que representa la integridad del ser humano, el resto, en mayor o menor medida se dejan corromper por sus ansias de poder.
En la tercera parte de esta obra, Gail Wynand, la autora  escribe sobre este personaje y lo sitúa en sus años adolescentes, cuando intenta encontrar la clave para triunfar y salir de la miseria. El personaje  pasea por la Quinta Avenida  para saber la diferencia que había entre esa gente y la de su barrio y observa lo siguiente:

Gail Wynand, a menudo se paseaba por las calles más importantes de la ciudad. No estaba resentido contra el mundo de la riqueza, ni envidioso, ni atemorizado. Era simplemente curioso, y en la Quinta Avenida se sentía como en casa, igual que en cualquier otra parte. Pasaba ante las majestuosas mansiones con las manos en los bolsillos y los dedos saliéndosele por la punta de los zapatos. La gente lo miraba indignada, pero a él no le producía ningún efecto. Pasaba y dejaba tras de sí la impresión de que pertenecía a esa calle y ellos no. Por ese entonces no deseaba nada, excepto comprender.
Quería saber qué hacía que esa gente fuera diferente de la de su barrio. No era la ropa ni los coches ni los bancos por lo que le llamaban la atención: eran los libros. Las personas de su barrio tenían trajes, coches y dinero, y los títulos no tenían importancia; pero no leían libros. Decidió saber qué leía la gente de la Quinta Avenida. Un día vio una dama esperando en un coche en una esquina. Sabía que era una dama; su juicio en esa cuestión era más agudo que la discriminación de la guía social. Ella estaba leyendo un libro. Él saltó, le arrebató el libro y se escapó. Se hubiesen necesitado hombres más ligeros y delgados que los policías para alcanzarlo.

Este fragmento me ha parecido especialmente significativo para resaltarlo hoy, 23 de abril, día mundial del libro. Leedlo y pensadlo. ¿Verdad que no necesitáis ninguna aclaración? Todos podemos experimentar lo mismo si pretendemos establecer una diferencia realmente importante entre nosotros.
Pilar Salazar Larrosa

2 comentarios:

  1. Pilar, me gusta este homenaje que has hecho al Día del Libro. Me resulta original y atractiva la temática de esta autora y el tratamiento de los personajes. Este verano me leeré Los que vivimos, pues no conozco la obra de la autora y tu comentario me incita a empezarlo.

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    1. Hola Jose: Con Los que vivimos pasarás un buen rato; está en la biblioteca del Centro. El manantial es interesante, lo que te mantiene hasta el final es el interés por descubrir el desenlace de los personajes; lo demás es una novela de tesis a favor del individualismo y en contra del comunismo. hay muchísimas páginas que a mi parecer sobran.

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